Spoiler Alert

Mas que una invitación a ver, o no ver, una cinta, buscamos entablar un dialogo que enriquezca la experiencia cinematográfica. Asumimos que quienes lean un artículo han visto ya la cinta: no podemos discutir sin revelar el final. Si la película te interesa pero no la has visto, mejor para ti, y para todos, que regreses después de verla. Así la discusión es más a gusto.

Thursday, July 17, 2014

La grande belleza (Paolo Sorrentino, 2013) - 8.5/10

Película italiana merecedora del Oscar a mejor cinta extranjera. Y muy merecedora. Película sobre el lugar que ocupa la belleza en nuestras vidas, y donde cada uno la ve o la busca.

Ficha IMDb

Jep Gambardella (Toni Servillo) es un hombre que cumple 65 años, muy guapo con su pelo canoso, elegante en cada detalle, alto, delgado, derecho. El hombre viejo perfecto. 

Se la pasa en fiestas, estas fiestas absurdas donde todos se sacuden al ritmo de un DJ y de luces alocadas, en espacios originalmente no pensados para eso. El tema es sorprender, con atracciones, espectáculos, con productos (para todos los sentidos) nuevos, inventivos. El tema es también consumir, acumular: alcohol, drogas, sexo, cirugías plásticas …. 

Jep asiste también a bodas, cenas, performances, galerías de arte. Entrevista gente del Jet Set, del círculo cultural, y sobre todo gente de moda. Su figura debe hacerse presente en todo tipo de eventos sociales o “culturales”, más fatuos los unos que los otros.

Vive solo en un precioso departamento dotado de una inmensa terraza frente al Coliseo. Roma antigua y eterna está a dos pasos. Palacios, jardines, estos espacios de una belleza secular, pacifica, fuera del tiempo, donde tienen lugar eventos temporales que pretenden ser artísticos y crear una belleza efímera.

Jep va de un encuentro al otro: viejos amigos, su jefa enana, Dadina (Giovanna Vignola) , un amor, Ramona , anagrama de Romana ( Sabrina Ferilli) una madre, Viola (Pamela Villoresi),dedicada a su hijo enfermo, Andrea (Luca Marinelli) , un cardenal (Roberto Herlitzka) cuyo único tema de conversación son las recetas de cocina , unos representantes de la nobleza, los condes Colonna ( Franco Graziosi , Sonia Gessner ), una niña que pinta (hace grandes manchas cuando está en crisis de posesión, o de epilepsia, algo que todo mundo aplaude, y que su papa galerista vende muy caro) ... .Pero Jep no se deja engañar por estas falsas bellezas. Mantiene una cierta distancia y un ligero cinismo, signo exterior de su lucidez amargada. Pero es demasiado elegante para ser descortés. Toni Servillo cumple a la perfección con este papel lánguido pero petulante, llena de vida con una sombre de muerte. 

Pasea su desengañada seducción en la Ciudad como lo hacía Marcello Mastroiani en La Dolce Vita. Como él, va de grupo en grupo, se deja llevar de distracción en fiesta, pero sigue habitado por una pregunta escondida. 

Finalmente conoce a “la Santa”  Sor Maria (Giusi Merli), mujer sin edad, sin dientes, casi sin voz. Una Madre Teresa italiana, que se alimenta solo con raíces, porque, según ella “son lo importante”. Ella le hace a Jep la única pregunta importante: ¿Porque no ha vuelto a escribir? 

Después de su primera novela El aparato humano, que fue un éxito, y a través de sus encuentros, Jep vuelve siempre a su recuerdo más intenso, el momento donde tocó a la belleza, el momento de su primer amor. Pero se siente incapaz de plasmar con las palabras, con el estilo, una belleza tan perfecta. Porque su vida actual, o LA vida actual no restituye el mínimo aliento de tal perfección. 

La respuesta a la pregunta llegará con un vuelo extraordinario de flamencos que se detienen una madrugada a descansar en su migración y se posan sobre la terraza frente a al Coliseo. La belleza ha estado todo el tiempo ahí, en los momentos que pasan. Cada cielo, siempre diferente, cada ruina, cada pequeñas dosis de eternidad.

En esta cinta se llevan de la mano la estupidez, la vacuidad, con la eternidad, con una belleza tan conmovedora que uno puede desmayarse al contemplarla, o escucharla, porque es insostenible, porque corta el aliento. Como le pasa al turista de la primera secuencia, víctima del llamado Sindrome de Stendhal.  
El tiempo pasa y transforma los más imponentes o perfectos monumentos en ruinas, las personas más hermosas en viejas desdentadas y arrugadas, el niño en adulto (como el fotógrafo que expone la serie de fotos de él empezad por su padre y que él continuo: una foto al día desde su nacimiento). El cambio es imperceptible. El resultado es visible. La obra de arte es lo que inmoviliza cada momento de belleza, de una belleza que lo seguirá siendo dentro de siglos, no de manifestaciones de moda. 

La fotografía es increíble, por momentos casi hipnótica, a cargo de Luca Bigazzi. Y la banda sonora contiene momentos hermosos como Far l’Amore de Raffaella Carra y Bob Sinclair, o los coros de The lamb de John Taverner y William Blake. 

La película es, en sí, una “gran belleza”.

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